terça-feira, 28 de maio de 2013

Con viento fresco... (Castro Laboreiro em Artigo de opinião publicado no Diario de León)




"Castro Laboreiro, que antaño fue concejo y hoy pertenece al de Melgaço, es una cuña portuguesa que se adentra en tierras de Galicia. Aquí la frontera con España no la delimita el Miño sino una serie de sierras ásperas, de formas redondeadas, constituidas por bloques graníticos pelados en sus cumbres, en los que se han marcado con cruzes y números una serie de hitos o mojones, Al menos desde el siglo XVI: la raya seca. Estos paisajes inhóspitos y aislados son, como dicen los castrexos, «o fin do mundo»; en ellos nunca hubo pasos fronterizos sino silentes caminos atravesados por contrabandistas, traficantes, bandoleros y, en época de persecución política, huidos, prófugos, exiliados. Aunque aisladas, estas tierras han sido paso de viejas culturas megalíticas, que han dejado su impronta en mámoas, sepulcros de corredor y ancestrales creencias religiosas luego cristianizadas, como la peña de Anamán, cuya ermita a la Señora de ese nombre es un lugar recoleto en medio de una naturaleza telúrica.

El río Laboreiro y sus afluentes han tajado en profundas gargantas estas sierras, que se abren a dos paisajes geomorfológicos y humanos diferentes y complementarios: las brandas e invernías. Las brandas o brañas son las zonas altas, duras y frías en invierno, pues con frecuencia están cubiertas de nieve; pero en el verano son tierras soleadas y de pastos abundantes. Las invernías son las tierras bajas, en lo hondón de los valles y en las solanas, protegidas del frío. Esta singularidad geográfica ha dado lugar a un nomadismo de valle a montaña que, en el Bierzo, nos es conocido también en la Somoza. Allí los habitantes de Aira da Pedra, a orillas del Burbia, pasaban los meses de invierno en el valle, mientras que en Campo del Agua, en lo alto, vivían desde Pascua hasta el otoño, con sus ganados y campos de cultivo. En Castro Laboreiro no era uno, como en la Somoza, sino todos los pueblos los que practicaban este nomadismo, que se ha mantenido sin grandes cambios hasta hace unos veinte años.

La raya seca, la vieja frontera, ha desaparecido legalmente; incluso se han trazado nuevas carreteras que acercan Celanova y Bande a Castro Laboreiro; pero quedan muchos viejos malentendidos y distanciamientos mentales, que algunos españoles y portugueses buscan eliminar. Arraianos, una asociación nacida en la parte gallega, lleva años convocando a gallegos y portugueses a jornada s de convivencia, en las que se nombran como Arraiano Mayor, a los que se destacan por esta labor de unir ambos pueblos y divulgar la cultura de frontera. El año pasado le correspondió tal honor a Méndez Ferrín, el prestigioso escritor gallego, natural de Celanova., una de cuyas obras lleva justamente ese título de Arraianos . Este año, Ferrín, al que acompañamos algunos amigos, pasó el testigo al padre Fontes, un cura del Montealegre portugués un tanto heterodoxo, que además de escribir mucho y bien sobre la cultura popular, es capaz de concitar que miles de personas asistan a la Festa das Bruxas, que con carácter anual organiza en su parroquia.

Fonte: Artigo de opinión publicado no Diario de León, autoria de José A. Balboa de Paz
Blogue "Caderno Arraiano"

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