sexta-feira, 3 de agosto de 2018

A revolta das mulheres de Chaviães (Melgaço, 1885)



Desde tempos antigos que os enterros se faziam dentro das igrejas. Em 1844, é decretada, em Portugal, a proibição dos enterros nas igrejas, uma lei que provocou a fúria entre as populações, particularmente no Minho e que motivou a revolta da “Maria da Fonte”, em Póvoa de Lanhoso.
Em Melgaço, em 1885, apesar de terem passado mais de 40 anos depois da publicação do decreto, as populações reagiam com muita relutância à proibição dos enterros nas igrejas. Temos registos que provam que em alguns funerais, as populações tentaram desobedecer à lei e forçar enterros dentro dos templos. Em 1885, em Chaviães, no funeral de um tal António Jachinto Gonçalves, do lugar da Igreja, houve momentos de muita tensão e revolta. Um grupo de mulheres revoltadas, elas próprias munidas de enxadas, ferros, etc, abriram a cova e sepultaram o ente-querido dentro da igreja, tendo o padre feito queixa delas às autoridades locais. Leia o que diz o assento de óbito no livro paroquial, lavrado pelo pároco de Chaviães à época, Bernardo Passos:
Aos dezasseis dias do mês de Maio do anno de mil oitocentos oitenta e cinco, na caza de sua morada do logar da Igreja festa freguesia de Chaviães, concelho de Melgaço, Diocese de Braga, faleceu, tendo recebido os sacramentos da Santa Madre Igreja, um individuo do sexo masculino, por nome António Jacintho Gonçalves, de idade de cincuenta e oito annos cazado com Maria Manuella Alexandra, o qual fez testamento, não deixou filhos e foi sepultado dentro da igreja desta freguesia por causa da revolta de mulheres que, invadindo o templo munidas de enxadas, ferros, etc, obstaram ao enterramento fora da mesma igreja, e aqui abrirão ellas mesmas a cova e sepultaram o cadáver, dando eu disto mesmo parte à autoridade administrativa em meu offício de 19 do mesmo mês de Maio...”
Não foi caso único em Melgaço. No ano seguinte, em 1886, às 8 horas e 30 minutos do dia 15 de Fevereiro na igreja matriz de Melgaço, houve um outro episódio de grande tensão. Era um funeral de um homem natural de Prado. Um grupo de mulheres cavaram um buraco na igreja para sepultar o defunto mesmo contra a lei. O administrador do concelho tentou impedi-las de concretizar os intentos. Foi cuspido, pontapeado, sovado e escorraçado pelo mulherio. Mandou chamar os soldados. O que se passou de seguida, foi bastante feio. Encontramos tudo contado numa notícia do jornal espanhol “El imparcial”, na sua edição de 25 de Fevereiro de 1886:


Un motim de mujeres
A las ocho y media de la mañana del 15 del corriente, celebrábase en la iglesia parroquial de Melgazo (Portugal) un oficio fúnebre por el alma de un hombre. El cadáver de este se hallaba sobre el túmulo levantado en el templo, y en el templo multitud de mujeres amigas o vecinas del finado.
una señal convenida, doce de ellas se colocaron al rededor del féretro como para darle guardia de honor, mientras otras, valiéndose de tablas y otros instrumentos comenzaron á cavar la fosa que que había de ser enterrado el cadáver.
Enterado el alcalde de lo que en el templo ocurría, se dirigió allí acompañado por algunas personas; pero las mujeres comenzaron á bofetadas y á palos con ellos hasta que los hicieron retroceder. Volvieron á la carga y pudo entrar en la iglesia él alcalde, quien, metido dentro de la fosa abierta, invitó á las mujeres á que se retirasen y dejasen que el muerto fuera enterrado en el cementerio como prescriben las leyes.
Nueva lluvia de bofetadas, mordiscos y tirones de pelo cayó sobre el infeliz alcalde, quién, viendo que era imposible por la fuerza de la razón dominar y convencer á aquéllas furia, apeló a la razón de la fuerza para conseguirlo y mandó llamar á 14 soldados y un sargento.
«Soldados — dijo el sargento, — no tirar contra las mujeres; servirse unicamente de las culatas de las carabinas en caso necesario.»
Aquéllas, más que mujeres demonios, lanzáronse furiosas sobre los soldados, á quienes mordieron, arañaron y patearon. Unas cuantas arrastraron el féretro hacia la fosa, y como á favor de esta horrible contusión habían entrado en la iglesia algunos hombres, uno de éstos, padre del muerto, agarró uno de los santos del altar, y sin considerar el sacrilegio que cometía, furioso lo dejó caer sobre la cabeza del sargento, cuya sangre manchó la cara de la sagrada imagen.
Desde este momento el tumulto adquirió ya serías proporciones, porque en él tomaron parte los hombres armados con palos, hoces y revólveres.
Sonó un tiroy uno de los soldados cayó á tierra herido gravemente en la cabeza, y otro soldado también fue herido por una pedrada en la cabeza.
Entonces el sargento reclamó y obtuvo del alcalde permiso para proceder con energía y hacer uso de las armas. Se hizo una descarga al aire, y esto exasperó a las mujeres, que gritaban furiosas: “Tiran con pólvora seca! A ellos! A ellos!”.
En una nueva arremetida, las mujeres fueron hacia ellos en actitud amenazadora, y entonces se oyó la voz de “Fuego”, alcanzando esta vez, las balas á un infeliz que iba á sacar del tumulto a su mujer, quien cayó muerto en el acto, y á otros varios que fueron heridos, entre los cuales estaba la mujer que aquel desgraciado iba a buscar.
Como los soldados tiraban á dar, el tumulto fue cediendo hasta que se pudo dar sepultura al cadáver en el cementerio.”


Fontes consultadas:
- Livro Paroquial de Assentos de Óbitos da Paróquia de Chaviães (1866 – 1905);
- Fonte: Jornal "El imparcial", edição de 25 de Fevereiro de 1886, ano XX.

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